Hace ya varios meses que los operadores de plantas de elaboración de etanol, principalmente el proveniente del maíz, venían trabajando con baja a nula rentabilidad por la no actualización de los precios, regulados por el Estado.

Los refinadores, por otra parte, siempre fueron renuentes a la utilización de los biocombustibles por diferentes razones muchas de las cuales son poco entendibles.

Lograron generar un consenso legislativo que terminó casi liquidando la elaboración de biodiesel para el mercado interno.

Claro que nuestros legisladores se dejan convencer fácil.

Nunca estará claro porqué se bajó el corte obligatorio de biodiesel. La historia lo dirá.

La historia del etanol es distinta porque los refinadores no le apuntan a la cabeza. El producto en sí es un importante mejorador octánico que, con un valor adecuado, genera sinergia productiva.

La formación del precio del etanol pasó por muchas etapas: algunas realmente objetivas, con fórmulas de aplicación previsible, que duraron hasta que el Estado se metió para “cuidar el bolsillo de la gente”.

La disociación de los valores locales con los internacionales aparece cada vez que estos últimos se incrementan por la razón que sea.

En el último tiempo la reglamentación que se aplicaba, y que fuera aceptada por los productores de etanol, contemplaba una actualización de su precio en la medida que subía el valor de las naftas.

Craso error. En cuanto el gobierno le puso el pie encima a los valores en surtidor empezaron los problemas de los alcoholeros. Fueron muchos meses viendo subir el valor de la materia prima (maíz, fundamentalmente) sin que se modifiquen sus ingresos.

Pero claro, ahora se necesita el etanol para importar menos naftas y aparecen las “soluciones creativas”.

A través del Decreto N° 184 del 17 de abril de 2022 se eleva a nivel de decreto (antes era una Resolución) la decisión de actualizar los valores de bioetanol “conforme y proporcionalmente a la variación de los precios de las naftas en surtidor”.

Sin embargo, en el mismo artículo 1° se agrega el siguiente texto:

“Facúltase a la SECRETARÍA DE ENERGÍA del MINISTERIO DE ECONOMÍA para que establezca un mecanismo alternativo para la determinación del precio del bioetanol a base de maíz, de aplicación excepcional en los casos en que se verifiquen desfasajes sustanciales entre el precio resultante de la implementación del procedimiento establecido en el artículo 4° de la Resolución Nº 852/21 de la SECRETARÍA DE ENERGÍA y los costos de elaboración del referido bioetanol a base de maíz”.

Es de esperarse entonces que en los próximos días aparezca alguna Resolución de la Secretaría de Energía que establezca los nuevos valores para el etanol de maíz.

Las dudas que subsisten son: (i) ¿qué pasará con el precio del etanol de caña de azúcar? (ii) ¿volverán a coexistir dos precios para un mismo producto en el mercado? Si bien la producción etanol de caña de azúcar no puede ser aumentada en forma consistente, siempre se corre el riesgo de que todos los refinadores vayan a comprar todo lo posible de ese segmento, dejando ganadores y perdedores.

Cada vez resulta más claro que, donde interviene el Estado, todo se complica.