En su tradicional columna de Clarín Agro (lectura recomendada), Héctor Huergo festeja una exportación de 7.500 m3 de etanol que fue aprobada por la Autoridad de Aplicación.
En primer lugar, cabe resaltar que todavía estamos sometidos a un proceso de «aprobación» cuando se quiere conseguir divisas para el país. Y si se consigue, lógicamente, festejamos. Insólito.
Según el escrito también en el exterior hay un proceso muy estricto, fundamentado en el cuidado del ambiente, para aprobar la operación. Todos los requisitos fueron cubiertos tanto por los productores del cereal (maíz en este caso) como por los elaboradores del etanol y el puerto despachante (San Nicolás).
Ahora: ¿es significativo desde el volumen esta exportación? Quizás no. Pareciera que 7.500 m3 es una cantidad menor frente a la capacidad de producción local de etanol de maíz.
Pero también hay que reconocer que en los últimos meses ante la caída en la venta de naftas, donde el etanol se «corta», ha quedado una capacidad ociosa en parte compensada por la nueva demanda de alcohol en gel que la industria, rápidamente, salió a cubrir.
En cuanto a la producción y ventas de etanol proveniente de maíz ha sido en los últimos años:

La gran caída operada por la disminución de la venta de naftas evidente justifica el festejo por exportar 7.500 m3, que a la postre es el 15% de lo que se producía pre pandemia.